Por: Patricia Relats
Una vez escuché que alguien decía que solo hay cuatro libros y que el resto no son más que una copia de lo mismo. Uno puede estar de acuerdo o no (yo claramente no lo estoy) pero de alguna manera legitimiza la idea de que hay cosas recurrentes, personajes, tratativas, perspectivas que ayudan a catalogar las cosas dentro de un género por más autoritario que parezca esto. Considerando que el cine es un relato, la comparación no resulta descabellada.
Con el estreno de esta tercera entrega de la saga Crepúsculo, basada en los libros de los mismos nombres, una figura mítica como es el vampiro vuelve a la pantalla a succionar sangre y un par de suspiros. Pero no nació aquí y ahora, no es la primera vez que se usa este ser mitológico con un costado romántico y que ya ha despegado otras carreras de galanes hoy reconocidos como es Brad Pitt (espero no estar metiendo demasiada presión a Robert Pattinson). Este artículo pretende hacer un breve recorrido por la tratativa que tuvo en su paso por el séptimo arte, desde Nosferatu hasta Edward Cullen.
Primero, vamos a definir qué entendemos por vampiro. Según la Real Academia Española, es “un espectro o cadáver que, según cree el vulgo de ciertos países, va por las noches a chupar poco a poco la sangre de los vivos hasta matarlos”.
Hay estudios de Freud que explican el pavor que se les tenía a los cadáveres en la antigüedad, ya que pensaban que guardaban rencor por ser privados de la vida y gracias a eso, acosaban y asesinaban a todo ser humano que respirara. Esto justifica el hecho de que solían reservar islas alejadas de la ciudad para cementerios, de manera que, si los cadáveres querían salir a dar una vuelta, no les fuera tan sencillo llegar a los centros urbanos. El vampiro fue el primer “cadáver” al que se trató de maligno.
A esto debe sumársele el aspecto religioso: solo Dios es capaz de dar y quitar la vida, entonces alguien que se alimenta de la sangre humana, (o sea lo asesina), está maldito y condenado a los infiernos, el día que alguien instale una estaca de madera en su corazón, unas balas de plata y le corte la cabeza.
Algunas características recurrentes de los personajes en el séptimo arte son:
Espacios burgueses: aparecen en centros urbanos y siempre con una buena posición económica. No hay pobres, en todo caso lacayos que viven “bajo el ala” de su señor vampiro que los protege y les da bienestar. La primera vez que esto aparece fue en la serie de capítulos llamado Los Vampiros (1915, de Louis Feuidalle), pero no se trataba de los seres mitológicos, si no de una banda de delincuentes. Aún así, tiene muchos rasgos de este tipo de cine, ya sea en la estética como en la indumentaria y forma de actuar de los personajes.
No muertos o personajes que resucitan: si bien esto en la mitología tiene que ver con la “conversión”, fue incluido por primera vez también en “Los Vampiros”.
Cartelera de la serie televisiva
Cegado por su deseo de sangre: por más “civilizado” que sea el vampiro o intente pasar desapercibido, en un determinado momento se ciega de deseo frente a la presa. La primera vez que se utiliza este aspecto es en Nosferatu (1922, Murnau). Otro valor de esta película es la estética, casi roedora del personaje en el momento de la cacería y arrastrándose por el castillo.
Fotograma del film Nosferatu, referente del cine expresionista alemán.
Estética del vampiro “tradicional”: este aspecto tiene que ver con el peinado en forma de pico sobre la frente y la capa con el cuello duro sobre el traje de época. La primera vez que apareció en el cine fue en Drácula, con un inolvidable y enigmático Béla Lugosi en el papel principal.
Bela Lugosi en el rol del Drácula más recordado.
Aspecto erótico y sexual: esto tiene que ver desde la forma de matar (mordedura en el cuello desnudo, casi siempre la víctima masculina era una femenina, dejando ver gran parte de su escote sobre esos corsettes) y, desde luego, con que la víctima es seducida. Esta aparición viene de la mano de La Bruja Vampiro (1932).
Afiche publicitario de “La Bruja Vampiro ”
Monstruo melancólico: es el ser que ha vivido y visto más que cualquiera de nosotros, no es feliz con su condición, pero sobrevive a base de sus instintos. Este punto fue una nueva postura sobre la historia de Nosferatu en un remake de 1979.
Fotograma del remake de 1979 de Nosferatu
Introducción a quién fue en vida: a partir de 1992 y de la mano de Francis Ford Coppola nos enfocamos en Vlad Teppes, el empalador, en quien se habría inspirado Bram Stoker para crear el personaje de Drácula. Nos brinda una visión que trae el humano al monstruo, permitiendo al espectador identificarse con él y compadecerse de su triste existencia.
Una de las escenas más recordadas de este fantástico film de Coppola con Gary Oldman como Drácula y Winona Ryder como Wilhemina.
Utilización de la ironía: junto con las características sexuales del personaje se puede ver un cierto “juego en la presa”, es que para el vampiro en realidad ya no tiene escapatoria. Hay frases recurrentes como “ya cené y nunca tomo…vino”. Esto puede apreciarse en Entrevista con el Vampiro (1994) en el personaje de Lestat.
Tom Cruise como el sádico Lestat
Incapacidad de matar a un ser humano: esto tiene que ver con la cuestión de “la condena eterna” y que normalmente son convertidos en tiempos lejanos, donde la religión tenía una importancia sideral. En Entrevista con el Vampiro, rol que disparó la carrera de Brad Pitt, puede apreciarse eso, ya que el personaje vivía en alcantarillas, alimentándose de ratas.
Brad Pitt en la piel de Louis, quien lo puso en el spotlight de Hollywood.
Crepúsculo, entonces, retomaría varios de estos elementos: para empezar Edward y sus compañeros “chupasangres” son hermosos (de hecho, lo explica diciendo que todo en él es una invitación a su presa), son ricos, son sexualmente atractivos y objetos de deseo. Retomando la idea del monstruo nostálgico y romántico no se alimenta de sangre humana, teme por su alma por más que se cree condenado y tiene el aspecto y el discurso cansado de haber visto y vivido tanto.
Robert Pattinson en el rol de Edward Cullen en la primera entrega de la saga.
Uno de los tantos afiches publicitarios de la tercera entrega de la saga, en la que se enfrentan vampiros y lobos una vez más.
Esta saga fue escrita para ser un éxito, apuntó sin equivocarse al público femenino con momentos un poco cursis y un mínimo presupuesto en la primera entrega, que los obligó a cuidar más la segunda por más de que sigue teniendo inconsistencias. Crearon tanta expectativa mostrando diferentes spots y trailers que en realidad pagaríamos la entrada de cine para que nos pegaran los fragmentos porque ya no queda mucho por ver. Puedo extender una lista sobre lo que falla y lo que necesitaría, pero debo admitir una cosa: soy mujer y he sido diseñada no se si para amar, pero si para entender el por qué esta película llega a tantas adolescentes (y algunas, como yo, no tanto). Es la fórmula nada nueva y nada innovadora del blockbuster, esta vez escrita con sangre y una, sin saber por qué, se las da sin ofrecer demasiada resistencia.
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