Por: Patricia Relats
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Cuando uno habla del cine independiente tiene la fantasía de que apenas pueden costear cables, sets, ni nada. Después uno se encuentra con un film así y esa fantasía cae de a poquito frente a nosotros.
Gosling hace de un joven que vive en
Los Ángeles que no tiene nada de típico. Apareció hace seis años en el taller
en el que trabaja, hace con el auto lo que quiere y ni siquiera se sabe su
nombre: es el chico. Esta habilidad tras el volante lo convierte en una excelente
opción para las escenas de riesgo de las películas y para llevar a algún que
otro ladrón de un punto a otro sin que la policía lo detecte.
Todo en su vida silenciosa, metódica y
llena de engranajes parece funcionar a la perfección hasta que un día se cruza
con Irene (una adorable Carrey Mulligan) y su hijo Benicio. Ambos están
esperando a que su padre salga de la cárcel y será esta presencia la que rompa
todos los esquemas de Gosling.
Como los viejos cowboys, él no tiene
nombre. Es el chico. Como los viejos cowboys es silencioso y reservado, actúa
fuera de la ley pero para hacer el bien y tiene una infinita capacidad de
renuncia. Siempre será recordado contra esos violentos atardeceres de Los
Ángeles por la sangre, por el dolor y por las rutas por las que manejó.
Brillante uso de gran angulares para
marcar la profundidad, un uso del ralento (cámara lenta) que es una belleza y
una estética videoclip que permite que este western sea de lo más metálico.
Gran película y un Gosling que ha demostrado que el legado de Clint Eastwood
sigue en pie.
Dirección: Nicolas Winding Refn
Guion: Hossein Amini
Música: Cliff Martínez
Montaje: Matthew Newman
Protagonistas: Ryan Gosling, Carey Mulligan, Bryan Cranston, Oscar Isaac, Albert Brooks, Christina Hendricks, Ron Perlman
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